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Cómo afecta el metamerismo a nuestra capacidad para ver el color en el mundo que nos rodea
El color parece a menudo una cualidad inherente a cualquier objeto. Es difícil imaginar que el sol no sea un hermoso orbe dorado. Del mismo modo, es difícil no sentir nostalgia al pensar en los veranos idílicos que pasamos bajo ese sol mientras contemplamos las aguas azules del océano.
Sin embargo, le sorprenderá saber que el sol es más blanco que amarillo. Del mismo modo, los océanos suelen ser tan claros como el agua que encontramos en los arroyos. Estos dos ejemplos ponen de relieve el hecho de que el color, tal y como lo experimentamos, implica luz reflejada. También sugieren que los colores del mundo que nos rodea pueden no ser tan fijos como suponemos.
En este post aprenderás qué es el metamerismo y cómo afecta a nuestra percepción del color.
Repensar lo que queremos decir cuando hablamos de color
El color es tan inherente a un objeto como su capacidad para absorber determinadas frecuencias de luz. La luz que no es absorbida por un objeto se refleja hacia el exterior. Pensamos en esa luz reflejada como color. Solemos concebir la visión como un proceso pasivo. Sin embargo, en realidad, cuando miramos un objeto colorido, estamos participando en una experiencia muy dinámica.
La luz es producida por una fuente exterior, interactúa con un objeto y luego es interpretada por nuestros ojos y nuestro cerebro. El hecho de que se trate de un proceso tan complicado da lugar a sucesos que en principio pueden parecer una ilusión. Los colores del sol o de los océanos son dos ejemplos. Pero encontramos un ejemplo aún más asombroso en algo conocido como metamerismo.
Lo que vemos no siempre es lo que hay
Piense en todos los errores que ha cometido alguna vez al comprar ropa. Es una experiencia que a la mayoría nos deja perplejos de vez en cuando. A veces la ropa nos queda genial en la tienda, pero nos decepciona en casa. Otras veces elegimos algo que parece combinar perfectamente con el color de una prenda. Pero cuando nos lo probamos en casa, parece que ha cambiado de color desde que fuimos a la tienda. Es fácil considerar estas experiencias como un simple error. Al fin y al cabo, la prenda no puede haber cambiado de color sin motivo.
Es importante recordar que el color no es una propiedad inherente a la materia. Cuando hablamos de color, estamos describiendo la interacción entre la luz, una superficie reflectante y nuestros ojos. En este proceso intervienen bastantes variables. Cada cosa específica que examinamos con más detalle dentro de este proceso tiene una serie de subsistemas complejos.
Por ejemplo, nuestros ojos ven los colores gracias a la estimulación de las células cónicas. Tenemos tres tipos diferentes de células cónicas. Cada una de estas categorías específicas de fotorreceptores trabaja con un color diferente: rojo, verde y azul. De nuevo, es importante tener en cuenta que esta percepción del color implica la recepción de longitudes de onda de luz específicas.
Los conos rojos son sensibles a la luz de onda larga. Los conos verdes son sensibles a la luz de onda media. Por último, los conos azules son sensibles a la luz de onda corta. También es importante tener en cuenta que todas estas longitudes de onda proceden de lo que ilumina una zona.
Diferencias entre las distintas fuentes de luz
Cuando una fuente de luz proyecta todo el espectro visible, parece ser blanca. Sin embargo, nuestros ojos no son instrumentos perfectamente afinados para el análisis del color. Por lo general, obtenemos una idea aproximada del color en lugar de una medición matemáticamente perfecta. Esto puede dar lugar a algunos efectos interesantes. En el caso del metamerismo, el problema suele derivarse de las diferencias en la luz aparentemente blanca.
Dos fuentes de luz diferentes pueden parecer iguales al ojo humano. Pero consideremos un caso en el que la luz blanca contuviera menos luz de onda media de la que esperaríamos. Si se tratara de una ligera variación, la luz podría no parecernos diferente de la que veríamos bajo la luz del sol cuando estamos al aire libre. Pero la luz reflejada de los objetos puede parecer un poco apagada debido a las diferencias en la reflexión y absorción de la luz. De hecho, las diferencias en las condiciones de iluminación pueden hacer que dos objetos de distinto color parezcan iguales. Este fenómeno se conoce como metamerismo.
Una luz diferente puede generar las mismas reacciones
En el ejemplo anterior de la compra de ropa, podemos imaginar una situación con dos fuentes de luz diferentes. Por ejemplo, cuando estamos en una tienda podemos mirar los artículos bajo una luz fluorescente. La mayoría de los fluorescentes producen una curva de emitancia luminosa irregular. Esto significa que un artículo puede parecer de colores diferentes cuando se mira bajo luz fluorescente y luz solar. Una vez más, esto se debe al hecho de que el color se deriva de la reflexión o absorción de la luz emitida por una fuente específica. Las diferencias en la emisión de luz de la fuente, aunque sean muy sutiles, darán lugar a experiencias visuales diferentes para las personas en esas condiciones.
También podemos pensar en ello en términos de números brutos. Los conos de nuestros ojos reaccionan en función de longitudes de onda específicas relacionadas con números. Podemos activar esos números específicos de varias formas distintas. El método más común consiste en que todo el espectro de luz interactúe con los objetos en nuestra línea de visión. Por ejemplo, consideremos el espectro completo como una variable definida como x. Definiremos un objeto específico como y. Por último, podemos definir el valor recibido por nuestro ojo como z.
El valor de x cambia en función de la fuente de luz. El valor de y es una constante. x-y siempre producirá el mismo valor mientras no se cambie la fuente de luz. Pero si cambiamos a una configuración diferente entonces x se redefinirá. Esto enviaría un valor final diferente para z. Siempre tendríamos una diferencia si x cambiara. ¿Pero notaríamos realmente esa diferencia?
Si x cambiara en un minúsculo percentil del total, probablemente no nos daríamos cuenta de que hay alguna diferencia. Este es el caso de la mayoría de los cambios de iluminación que vemos a lo largo del día. La luz solar, la de los LED y la de los fluorescentes son distintas entre sí. Pero la diferencia suele ser tan pequeña que el ojo humano no distingue mucho entre ellas. Solo en algunos casos extremos vemos objetos que parecen tener el mismo color cuando en realidad son bastante distintos.
Diferencias en los ojos individuales
Por supuesto, también hay algo de subjetividad en la percepción del color. Ya hemos comentado que la visión humana no es una herramienta perfecta para medir la luz o el color. La mayoría de las personas tienen pequeñas diferencias en su percepción del color. La edad es una de las razones más significativas de estas diferencias. A medida que envejecemos, nuestros ojos están expuestos a peligros internos y externos. A medida que la gente envejece, suelen surgir problemas sutiles, pero significativos, en sus ojos. Estos problemas pueden afectar a la recepción de la luz por parte de los conos. Esto puede dar al mundo un ligero matiz de color en comparación con una persona más joven.
Hay muchas otras razones por las que las personas pueden percibir el color de forma diferente. El daltonismo afecta aproximadamente al 4,5% de la población adulta. Obviamente, esto creará una visión muy diferente de los colores en comparación con la media. Ésta y otras causas de identificación errónea del color entre las personas se clasifican como un tipo de metamerismo. En concreto, este fenómeno se define como metamerismo del observador.
Cómo entender el metamerismo puede mejorar nuestra visión del mundo
En resumen, el metamerismo describe la identificación errónea de dos colores técnicamente distintos como si fueran el mismo. El motivo subyacente de esta identificación errónea puede deberse a diferentes causas. Puede ser ambiental debido a las condiciones de iluminación. O el metamerismo puede deberse a diferencias individuales en nuestros ojos. Pero el efecto final es el mismo. Esencialmente, vemos las cosas de forma muy distinta a la esperada.
Este fenómeno es tan infrecuente en la vida cotidiana que normalmente nos sorprende. Pero hay una lección importante que aprender del metamerismo. El fenómeno pone de relieve que no somos meros observadores pasivos a la deriva en un mundo de color. Todos los colores que vemos nos llegan a través de una compleja interacción entre nosotros y el entorno. Merece la pena tomarse un momento de vez en cuando para apreciar todo lo que implica ver los colores que nos rodean.